No siempre tenemos claro qué significa ser sostenible. En general, pensamos que se trata del «equilibrio de una especie con los recursos de su entorno«, y como consecuencia, explotar los recursos más lentamente de lo que se renuevan. Sin embargo, la sostenibilidad no es suficiente en un mundo que se basa en un sistema crecimiento ilimitado dentro de un planeta finito. Esta afirmación no es muy “sostenible”.
Cuando hablamos de sostenibilidad enlazamos entre sí tres ámbitos, el ambiental, el social, y el económico, sin darnos cuenta de que no tienen el mismo peso. Pero para los humanos, lo más importante es la sociedad y la economía. Y nos olvidamos de que sin planeta no somos nada. De modo que el pilar medioambiental es el realmente crítico.
El físico austríaco Fritjof Capra, un gran comprometido con la educación ambiental, acuña otra definición: “La sostenibilidad implica que el estilo de vida, la economía, las estructuras físicas y la tecnología de la Humanidad no interfieran con la capacidad de la naturaleza de renovarse y permitir el equilibrio de todas las formas de vida en el planeta”. Solo consideramos como importante nuestra propia vida, no la de las otras especies. Y ni siquiera la de otros humanos que no se adaptan al sistema imperante. Y con esa mentalidad el futuro se ve muy negro.
El cambio hacia la sostenibilidad solo puede ser ambicioso y radical
Casi siempre el primer paso está en nosotros como individuos. Cambiando hábitos de nuestra vida cotidiana, nuestra manera de consumir, de gestionar la huella que dejamos al habitar el planeta. Pero si la acción individual no nos lleva a la colectiva, jamás conseguiremos una verdadera transformación económica y política.
Es necesario un nuevo paradigma basado en la “economía circular”. Este es un concepto que explicó muy bien en su libro homónimo el político y eurodiputado Francesc Gambús (1974-2019). Siempre comprometido en la defensa del medio ambiente. Señalaba que los recursos que utilizamos han de reciclarse y reutilizarse constantemente. Con ello lograremos un círculo virtuoso donde la explotación de estos recursos sea más razonable y dejemos de lado el modelo de “usar y tirar”.
Ser sostenible no es opción, es obligación
Hoy en día vemos cómo muchas marcas de moda “fast fashion” hacen grandes campañas de publicidad para comunicar que empiezan a hacer sus pinitos en el ámbito de la sostenibilidad. Son pequeñas y esporádicas acciones de marketing para lavar su imagen (“green whashing”). Pretenden que sus consumidores se volviden de que casi todo lo que confeccionan se hace en países donde explotan a la mano de obra, con salarios y condiciones de trabajo indignas.
Por eso, aunque los pequeños negocios artesanos intentamos que la sostenibilidad sea uno de nuestros estandartes, esto ya no es suficiente. Porque en un futuro más bien próximo, todas las marcas serán sostenibles y, además, lo serán por ley.
Un pedacito de nosotros en cada bolso o mochila
La sostenibilidad es una consecuencia de nuestra forma de entender la vida, no es una tendencia de moda. En nuestro caso, intentamos comprar todos los materiales en tiendas de Barcelona. Sin embargo, no siempre sabemos la procedencia primigenia de los mismos… Con ello, también intentamos evitar al máximo los largos desplazamientos y transportes de material, y a la vez proporcionar negocio a los comercios locales y de barrio y a las empresas textiles de nuestra región.
Pero siendo solo sostenibles, no vamos a ningún parte. Por muy sostenible que sea una prenda, si no te sienta bien, no la vas a comprar. Por eso queremos añadir a la sostenibilidad otros valores que forman parte de la historia personal que hay detrás de Peter & Wolf:
- Un diseño que sea atemporal,
- que combine con tu estilo de vestir
- un diseño que puedas llevar durante varias estaciones del año
- que sea fondo de armario,
- práctico y cómodo,
- que te dure bonito como el primer día
- y que sea casi exclusivo (porque hacemos muy pocas unidades de cada modelo)
Crear y confeccionar un nuevo bolso nos cuesta hasta 10 veces más que a una marca de moda rápida o a una gran cadena. Cada diseño es fruto de patrones hechos a conciencia, prototipos que probamos y validamos en “petit comité”. Confeccionar en Barcelona ciudad también tiene su dificultad. Vivimos en una ciudad totalmente enfocada al turismo y eso se nota en el coste de la vida. Por eso es imposible que nuestros productos tengan un precio como esas marcas baratas que todos conocemos.
Artículos hechos a mano, uno a uno
Marco pasa sus días cosiendo en nuestro taller. 3 horas para una mochila, 2,5 horas para un bolso barco o uno cilíndrico… Y si nos llega un pedido personalizado, ¡qué difícil calcular lo que va a llevar confeccionarlo! Eso sí, son los retos que más apasionan a nuestro “cosedor”.
Hacemos moda con conciencia, para que seas consciente de lo que llevas
Las prendas de las marcas populares y baratas tienen una serie de particularidades:
- puedes estrenar algo nuevo cada quince días
- vestirás igual que todo el mundo (“formar parte de la tribu”)
- sigues la última tendencia (aunque no siempre ni a todo el mundo le quede bien)
- lo podrás tirar unos meses después porque se queda viejo y/o pasado de moda. De ahí el auge de esas aplicaciones para vender ropa usada.
En cambio, nosotros diseñamos y confeccionamos para personas que
- piensan y valoran cada nueva compra. Que buscan en su armario prendas que hacía tiempo que no usaban con la idea de que la ropa les dure más,
- quieren vestir diferente, llevar un complemento o accesorio que complemente un estilo propio, que les identifica y les hace sentir únicas.
- van contracorriente y/o no siguen las tendencias de moda (o simplemente no quieren hacer algo solo porque lo hacen los demás)
- disfrutan llevando una pieza que ha cosido una sola persona, de forma totalmente artesanal, poniendo atención y mimo en cada detalle.
El mercado está cada vez más saturado de marcas casi idénticas. ¿Dónde está la gracia de ir todos medio-uniformados? ¿Por qué dejarnos llevar por las cuatro grandes marcas “fast fashion” que dictan lo que es tendencia y lo que no?
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