La Navidad y Reyes son unos de esos momentos del año en que nos volvemos locos comprando. Sean cosas para nosotros mismos o, en su mayoría, regalos para nuestros seres queridos.
Comprar ropa y complementos es una de las soluciones más socorridas y prácticas. Tenemos muchas opciones y todas son válidas, por supuesto. Deberiamos pensar más a menudo de dónde sale y quién ha hecho esa prenda o accesorio que vamos a adquirir.
“Fast fashion”, una moda poco ética y sin valores
Vivimos en una sociedad donde la inmediatez y el consumismo son nuestro día a día. Y, por supuesto, la moda no es ajena a ello. Nos vemos abocados a un consumo indiscriminado de ropa, impulsado por grandes marcas “fast fashion” que presentan nuevas colecciones constantemente. La consecuencia es querer ser los primeros en adoptar las últimas tendencias, casi de forma compulsiva.
Muchos de nosotros hemos vivido esta situación: estamos delante de un lineal lleno de prendas a precios mega-rebajados. Y cómo vamos a dejar escapar ese ofertón… aunque en el armario tengamos veinte prendas más similares. Además, por ese precio, aunque dure una temporada, no importa. Eso es lo que alimenta el “fast fashion”. Y no nos paramos a pensar en quién está pagando el verdadero precio de la moda que consumimos.
Procesos de producción poco éticos y aún menos sostenibles
La moda rápida o industrializada es producida en países como la India, China o Pakistán, con condiciones laborales denigrantes. Se pagan unos salarios indignos y totalmente insuficientes a los trabajadores, sin un seguro social ni nada que los proteja. Todo ello para conseguir unos costes ínfimos y obtener cuantiosos márgenes en la venta en tienda.
Por otra parte, las marcas de moda “fast fashion” no están concienciadas sobre el uso eficiente de los recursos. Utilizan materiales que aceleran el consumo de recursos. Que aumentan el impacto medioambiental y que además generan residuos sin ningún control sobre su destrucción. No está de más recordar que el 20% de los vertidos tóxicos al medio ambiente proviene de la industria textil. Por ejemplo, para fabricar una simple camiseta de algodón se necesitan 2.700 litros de agua.
Además, hay que sumarle toda la contaminación generada por los medios de transporte. Ciertamente, necesarios para mover toda esta mercancía por todo el planeta hasta su destino en las tiendas de nuestras ciudades.
Por si no fuera suficiente, al comprar productos de estas marcas reducimos las posibilidades de progreso del comercio local. Por este motivo el comercio local no puede competir con las economías de escala ni con los métodos de producción de las marcas fast fashion.
Los valores del “Slow fashion”
El concepto “slow fashion” fue acuñado por primera vez en 2007 por Kate Fletcher. Representa el contrapunto a la moda rápida que dura una temporada y que lanza nuevas colecciones casi cada dos o tres semanas con una calidad que deja mucho que desear.
El “slow fashion” intenta cumplir con una serie de valores y aspectos que apelan a nuestra responsabilidad como consumidores. Algunos de estos son:
- Rechazo a la moda producida de forma masiva
- Apoyo a los productos artesanales de ámbito local y al comercio justo
- Fomento del reciclado y la reutilización
- Fomento del uso de materiales ecológicos y de la producción ética
- Fomentar una forma inteligente de comprar moda. Para reducir la compra compulsiva y para promover prendas más atemporales, prácticas y realizadas con mayor calidad
No siempre es posible cumplir todos estos criterios. Pero si somos conscientes de los perjuicios que genera el “fast fashion”, será mucho más fácil que nuestros hábitos de compra de moda sean reflejo de una actitud más responsable y ética.
Fomento del Km. 0
El Km. 0, (inicialmente acuñado para referirse a productos de alimentación cultivados próximos al lugar de su consumo), hace referencia al comercio local, de barrio, en la propia ciudad. Cuántas veces paseamos por la ciudad y nos lamentamos al ver comercios que han bajado la persiana, quedando las calles tristes y desanimadas.
En buena medida tenemos la clave para que eso no suceda. Podemos fomentar las compras locales para favorecer que los artesanos y productores locales puedan vender sus productos a un precio justo. Un precio que remunere su esfuerzo, dedicación y compromiso. Porque nos ofrecen diseños originales, distintos, más exclusivos y en pequeñas cantidades, como hacen con sus pequeños talleres.
En estas Fiestas de Navidad y Reyes, recordad ser un poco más éticos y solidarios con los comercios de vuestro barrio, de vuestra ciudad. Ellos y las marcas “handmade” trabajan todo el año incansablemente para ofreceros piezas únicas, hechas con mimo y de forma totalmente artesanal, incluso personalizada. Y ahora esperamos vuestro reconocimiento apostando por nosotros.
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